domingo, 23 de enero de 2011

El diálogo

¿Qué hace que yo tenga un diálogo contigo? Como los románticos podría decir: por tus ojos, por tu boca, por tu... qué se yo. Por tantas cosas podría ser, pero esa no es la cuestión.
La simplicidad con la que me hablas hace que cuando te escucho se formen en mí horizontes por descubrir. Esa pequeña semilla te engrandece tanto que me siento perdido. Tú dices que no entiendes como un chico como yo camina con tanta desorientación. No se responderte, hay cosas en mí que no sabría explicar como mi implicación en la muerte de Marcos. Si tengo que decir que fue lo que me llevó a coger aquel cuchillo de su pecho y después de sacarlo volvérselo a clavar podría dar mil vueltas razonando lo irrazonable y te juro que no llegaría a ningún sitio.
La perspectiva de sentirme atraído, llevando por la euforia colectiva sería decir poco, incluso me molesta que digan que fui impulsado por los efectos del alcohol. No es cierto. A ti te lo puedo contar, no hay nada más gratificante por lo menos para mí que la sensación de notar como una hoja de un cuchillo va partiendo según pasa piel, músculo, órganos, arterias... que son parte vital de la propia existencia. Y que decir del cálido tacto de la sangre, ¡Dios! No hay nada más placentero.
No me mires así, no digas como todos los demás que estoy loco. Que soy un enfermo. No. No estoy enfermo, me gusta matar, saboreo cada segundo cuando quito una vida, cuando pisoteo la dignidad humana.
Tú, ya lo sé, todo esto te da una visión ordenada de como soy, de las cosas que me gustan, por eso he preferido hablar contigo antes de que puedas sacar conclusiones equivocadas.
Lo que yo hago no es otra cosa que dejarme llevar por mi propio instinto, no está lejos del tuyo. Yo quito la vida de otra gente y tú haces de salvavidas, es una lucha siempre impregnada de fuerzas distintas, opuestas pero que al final se complementan. Estoy seguro de que voy a morir, que va a haber contemplación conmigo y si piensas que tengo miedo te equivocas, me muero por conocer esas sensaciones que tantos han sentido al morir.
Por lo tanto y antes de que me digas nada, créeme si te digo que este momento ha sido para mí el último placer que podría darme. Y dicho esto cuando quieras hablamos.



Dolores Calatayud.

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