lunes, 22 de noviembre de 2010

OBRA TEATRAL DE LA ZARANDA

Teatro inestable de Andalucía


Título: Nadie lo quiere creer.


    Con sus tres únicos actores nadie lo quiere creer, es un inteligente trabajo que pone a prueba al ser humano, que después de una larga vida existencial, se niega con todas sus fuerzas a dejar todo aquello que le acompañó a lo lardo de los años. Muestra como se puede ser capaz de sobrevivir entre ruinas, aforrándose a la esperanza de seguir aunque sea como espectros huesudos afincados en la memoria de los muros que los ocultan. Viejas glorias consumidas por los años que se niegan a marcharse con la única pretensión de ser fantasmas sin vida.
    La conspiración contra toda leve esperanza marca un final fin principio. A pesar de ser un buen trabajo tiene cierta cadencia. Va marcando desde el principio un ritmo repetitivo que deja al espectador con la necesidad de otras referencias. La tenue luz en contraste con los oscuro, todavía pone aún más la decadencia de las figuras, así el desacostumbrado pero expresivo desorden pone en pié la diferencia, porque el trabajo no está reñido con el resultado entonces dejándome llegar por la ideal visión de estar trabajo que considero como trascendente me atrevo a considerar que es un teatro actual, un teatro que va al publico y que se nutre de sus propios componentes, que surge de ellos mismos adoptándose a la verdad del momento, del presente como fabulas pasajeras que se elevan desde el suelo.


                                Dolores Calatayud.

"Donde comienza el día". Intimo teatro itinerante argentino.

 El pasado día cuatro de Octubre dentro del XLI festival de teatro de Molina de Segura, tuvo lugar la representación por un grupo de teatro argentino la obra o se puede llamar monólogos bajo el título “Donde comienza el día”.
    Una puesta en escena dentro del marco de lo llamado teatro intimo. Resaltaba en todo el espacio la sencillez y falta de elementos que pudieran mostrar o adivinar al espectador lo que allí iba a ocurrir, dejaba todo a la imaginación. Sólo unas cabinas de loneta blanca, en un espacio cuadrado y carente de otros elementos llamó mi atención.
    Cuando llegó el momento fui introducida dentro de una de aquellas cabina y sentándome en uno de los taburetes blancos que en total llenaban el espacio esperé expectante. La espera fue corta y con un toque de campana tuvo comienzo la representación. Una chica sin atrezos y sencillamente preparada se desliza dentro de la cabina ocupando un taburete frente a las cinco pares de ojos que la observamos.
Sin prisa y con voz suave salió de su boca un festival de palabras que unidas a sus almendrados ojos castaños dejó a los que la mirábamos sumergidos en otros canones del teatro.
Así después de dar el discurso y hacernos sentir en nuestra piel erizada la soledad de su alma, el silencio que a continuación se produjo lo cesó con otro toque de campana, punto de referencia para la salida. De igual forma que fue su entrada fue su salida. Os siguientes personajes de aquel espectáculo hicieron lo mismo, después de toque entraba y salían dejando en aquel lugar sus almas desnudas y a nosotros los espectadores sumergidos en un estupor que todavía yo no he conseguido disipar. Me sentí comoda con actores que casi podía tocar, que introdujeron en mí otro punto de vista sobre el teatro breve, pero diferente en las distancias cortas.



                                Dolores Calatayud.